Qué nos dicen los mocos de la salud de los niños y cuándo preocuparse

Salud 02 de abril de 2022 Por Redacción
El color de la mucosidad nos puede dar indicios sobre si existen infecciones o no en los más pequeños.
Niña sonándose la nariz10 (1)

Una de las características fundamentales de los niños, principalmente de aquellos menores a los 5 años, es la mucosidad que presentan. En esta nota analizamos los distintos tipos de mocos que pueden presentar los niños y qué pueden decirnos en la salud de los más pequeños. 

Debes prestar atención a cómo es la mucosidad del niño para saber si es necesario consultar con el pediatra o tan solo es cuestión de limpiarles bien la nariz. Los síntomas que acompañan los mocos también son mensajes de alerta de que algo anda mal. 

Cuando los mocos son claros, sin tos, fiebre, ni otros síntomas acompañantes, es suficiente con conservar una buena higiene nasal. Manteniéndolos en una posición semiincorporada, evitar el ambiente seco y el lavado con suero fisiológico puede ser una buena ayuda para tus hijos en estos casos. 

Sin embargo, si los mocos persisten, sobre todo si son más espesos, existe la probabilidad de que estén producidos por una infección. En estos casos, se debe consultar con su pediatra. Son diversas las razones por las que pueden presentar este cuadro. 

Sea por una u otra razón, llegados a cierta edad, los niños y niñas pueden aprender a sonarse los mocos solos. Esta es la mejor forma de mantener las fosas nasales limpias y de prevenir que ese moco acabe en el oído o produzca esa tos tan molesta. Puedes ensañarle jugando a que tome aire por la boca y sople por la nariz como si fuera a apagar una vela de cumpleaños, o bien diciéndole que también vas a soplar en tu pañuelo desechable a ver quién lo ensucia más. 

Si bien los mocos son una defensa natural del organismo, hay casos en los que será necesario contactar al pediatra: 

  •  En el caso de que el niño presente una respiración dificultosa.
  •  Si hay fiebre o si los mocos están acompañados de otros síntomas.
  •  Si no hay fiebre, pero el niño no juega, está decaído y apenas come.
  •  Si, además de mocos, tiene una tos muy persistente.
  •  Si se queja del oído.
  •  Si los mocos y la tos hacen que se despierte muchas veces por la noche, impidiendo un descanso adecuado.

 

Newsletter Modo Raki

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email